INTRODUCCIÓN
La catequesis nos ayuda a
profundizar personal y comunitariamente la palabra de Dios de
manera progresiva, sistemática de acuerdo a la realidad, y a
penetrar más concientemente en el misterio del amor de Dios. La
catequesis familiar ayuda de manera peculiar a este fin partiendo de la vida
personal y familiar y evangelizando desde la familia: a través de
la catequesis se toma conciencia de la fe recibida, se renueva el
compromiso bautismal y se celebra con mayor participación los
sacramentos.
La vocación del catequista
“;;;Discípulo de Emaus”;;;
es la de ser "sacramento", es decir, signo visible y transparente de
lo que afirma, y palabra creíble de lo que dice y enseña. En
realidad, es signo si es palabra creíble, y es palabra si es signo.
La palabra, en el sentido
bíblico, no es apenas sonido o ruido, sino acontecimiento, realidad. Por
ejemplo: la creación, la liberación, la Ley, la Encarnación,
la Redención,
la Iglesia...
son "palabras" de Dios, son realidades en las que el Señor se
comunica y actúa.
El catequista “;;;Discípulo de Emaus”;;;
es palabra, o sea, es realidad-acontecimiento, porque en él y por medio
de él el Señor comunica su mensaje, lo visibiliza, lo concretiza,
lo encarna. En cada catequista podemos decir que Dios visita a su pueblo y le
muestra su salvación.
Si el catequista es palabra y
signo, debe ser una persona de palabra, a fin de poder decir, pronunciar,
comunicar, vehicular la
Palabra, la realidad salvadora.
El ejemplo de la identidad del catequista es Jesucristo.
